Fumamos un cigarrillo, cada vez que nos vemos, como si fuera una cabala o un cliché, que después del primer beso del día, prendamos un cigarro.
No puedo negar que compartir un cigarro contigo, es algo muy cotidiano, quizás casi como ya besarnos, abrazarnos y decirnos te amo....
el humo del cigarrillo es casi nuestro perfume, que nos acompaña y nos extasía con su aroma sedante.
errante y casi como un caballero, abandona nuestras manos, para consumirse en el suelo.
para quizás ser reemplazado pocos minutos después, por uno nuevo.
esta atardeciendo, y los aires de invierno, ya se sienten en nuestra nariz.
podría caminar mil horas, fumando contigo, para seguir conversando esas amenas y poco moralistas temas que nos rodean y nos hicieron parte de nosotros.
anochece, y la calle se oscurece, se prenden los faros y comienza a helarse nuestro cuerpo.
sacamos un nuevo cigarro, para transformar el momento en un recuerdo etéreo que sin mas ni razón....
después de el cigarro.....
.....volverá a haber un beso....
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